Faltaba
que, lo denuncie la expresidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández
para que los medios “descubran” la realidad, para que los expertos y los
comentaristas se sientan “afectados, doloridos, chocados”, por sus declaraciones ante los ilegítimos jueces federales,
pero la acusada Sra. Fernández no dice más que la verdad, utilizando una estrategia
jurídica que ataca directamente el Poder Judicial, quitándole toda legalidad y
legitimidad ante la sociedad y la comunidad internacional. En este sentido la Argentina es “Una nación sin justicia” como afirma en una nota
de Perfil, el diplomático Felipe Frydman[1], pero
ello, desde hace más de 30 años.
Es
sorprendente, que esos mismos expertos, comentaristas, periodistas que siguen
de cerca las actividades de la justicia federal de Comodoro Py, “nunca se
hicieron eco, ni se enteraron”, de los irregulares juicios en los cuales son víctimas
los verdaderos Prisioneros Políticos acusados ilegalmente de lesa humanidad. Que junto con sus abogados y familias denuncian esta situación desde hace décadas.
Esos observadores de la justicia federal siempre miraron para otro lado,
guardan silencio, no publican, o justificaron con “ellos es diferente”, “es
grave lo que hicieron” “son casos excepcionales”, es decir no son personas que
merecen el mismo tratamiento judicial y poco importa los derechos fundamentales
y la dignidad humana.
Todos
saben que el gobierno de los Kirchner (con la complicidad de jueces corruptos)
son los que iniciaron el proceso de venganza, de violación a los principios de
legalidad, constitucionalidad y convencionales de los hombres y mujeres que en
los 70 no integraban las organizaciones terroristas, que se opusieron a sus
ataques, defendieron las instituciones del Estado y la sociedad. Hoy se pudren
en las cárceles por decisión de los mismos jueces federales que temerosos escucharon las
acusaciones y los ataques verbales, ad-hominem y ad-personam de la vicepresidenta de la Nación. Esos cobardes, llamados jueces, paralizados, solo simulaban beber agua de un vaso vacio.
Sería
importante que aquellos que critican la forma y el fondo de la declaración de
la acusada Sra. Fernández, recuerden los alegatos realizados en los
juicios políticos internacionales, porque ella aplicó la metodología de la estrategia
de ruptura[2]: «yo
estoy aquí para acusar, no para defenderme”[3]. El
acusado se convierte en acusador. El objetivo es ser declarado inocente, pero
sobre todo mostrar sus ideas. “Defender su causa y no su persona, asegurar
uno mismos su defensa política, atacar el régimen acusador, se dirigir a la
masa por encima del juez”, fue la línea de conducta que fijó Lenin desde
1905 a todos los bolcheviques llevados ante la justicia
En
la defensa (estrategia o proceso) de ruptura, el acusado al estar
condenado de antemano por un tribunal constituido de jueces que en realidad son
actores políticos, el abogado o el acusado defiende desafiando al mismo tiempo
la autoridad del sistema judicial porque es la propia política la que determina
la legitimidad del tribunal que juzga. En esta estrategia el abogado defensor y
el acusado hacen un llamado al Derecho Internacional Público y a la opinión
pública. La defensa de ruptura comenzó con Sócrates en su propio juicio.
El
proceso de ruptura más celebre fue luego del incendio del palacio de Reichstag,
que era la sede del Parlamento alemán en Berlín, de la noche del 27-28 febrero
1933, donde resultó acusado y condenado en ausencia el comunista búlgaro Georgi
Mikhailov Dimitrov, cuando posteriormente fue detenido aplicó esa
estrategia acusando a sus acusadores, obteniendo su libertad al cabo de un año
de prisión. La primera publicación llamada “La Defensa Acusa” realizada
en 1938, por el abogado y hombre político francés, Marcel Willard (1899-1956)
La
segunda etapa de estrategia o defensa de ruptura se inicia con el controvertido
abogado fallecido Jacques Vergés (1924-2013) quien la puso en práctica
durante la guerra en Argelia al defender a los terroristas que atacaban Francia
(defendió la que luego sería su esposa).
Vergés aseguró la defensa de Klaus Barbie, el capitán Barril (de la
célula antiterrorista del gobierno francés bajo la presidencia de Mitterrand)
acusado por sus operaciones antiterroristas, a agentes del Estado acusados en
el ejercicio de sus funciones, pero también defendió a numerosos jefes de
estado, personalidades, etc…de otros países, acusados de crímenes contra la humanidad.
Escribió más de treinta obras de carácter jurídico y literario, por su
trayectoria llamó la atención de los filósofos Jacques Derrida y Michel
Foucault. Para Derrida, el proceso de ruptura de Vergés es: “la radical
contestación del propio orden legal, de la autoridad judicial y en último lugar
de la legitimidad de la autoridad del Estado que convoca a sus clientes a
comparecer delante de la ley”[4].
El
abogado Vergés publicó “Estrategia judicial en los procesos políticos”.
Según la editorial Anagrama que distribuye la obra en español: “En este
análisis de los procesos políticos, Vergés establece una diferencia crucial: la
estrategia de connivencia y la estrategia de ruptura. En los procesos de
connivencia, como el caso Dreyfus, el acusado respeta las reglas del juego:
acepta la legitimidad de las leyes y la competencia del tribunal. Por el
contrario, en los procesos de ruptura, el acusado se erige en acusador de los
representantes legales de un sistema injusto.”
Según Vergés, en nuestro tiempo - cuando los
procesos no se desarrollan en la semiclandestinidad de los tribunales, sino
abiertos a la publicidad mundial - los procesos de ruptura pueden resultar a
menudo más eficaces para la idea defendida y también para el procesado. En el
libro se analizan desde Prometeo, «el acusado político por antonomasia», Jesús
y Sócrates, hasta el proceso contra Dimitrov, acusado por los nazis del
incendio del Reichstag, en el que ridiculizó a Goering; la defensa de Fidel
Castro, tras el asalto al Moncada, pasando por el proceso contra los
templarios, la rehabilitación de Juana de Arco o el proceso de Luis XVI y,
naturalmente, el juicio de Núremberg, con el que señala la imprecisión del
concepto de «crímenes contra la Humanidad» y el fracaso de su pretensión de ser
un «gran proceso-espectáculo».
La acusada Sra. Cristina Fernández, recurrió
a esta estrategia y los Presos Políticos acusados ilegalmente de lesa humanidad
no pueden ignorar ese método, salvo a creer aún en un Estado sin justicia y en el gobierno. Paris,
07 diciembre 2019. CasppaFrance.
[1] “Una nación sin
justicia”https://www.perfil.com/noticias/columnistas/una-nacion-sin-justicia.phtml
[2] La estrategia de
ruptura es lo contrario de la defensa de connivencia, donde la justicia si
respeta las garantías procesales esenciales, el debido proceso, las reglas
jurídicas en general…el abogado desarrolla la defensa sin rechazar sus
elementos técnicos, acepta los aspectos normativos y dentro de ese contexto
legal trata de demostrar que su defendido no cometió el delito que se le imputa
o que la figura delictiva entra en contradicción con los principios generales
del derecho determinados por el sistema jurídico.
[3] Palabras de Karl
Liebknecht- próximo de Rosa de Luxemburgo- en su juicio como acusado, a Berlín
en 1916.
[4] Jacques
Derrida in The Force of Law : “The 'Mystical Foundation of Authority”, Cardozo
Law Review, Vol.11, 1990
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